Los pingüinos se congregan, confluyendo de distintos sectores hacia un objetivo común, es una marcha lenta, pacífica pero no sin riesgos. Es el riesgo propio de las acciones vitales. En esta como en cada marcha se hacen presentes las cientos y miles de marchas de toda la Tierra y de todos los tiempos que se hacen con la misma intención fundamental: Mantener la vida.
A diferencia de los pingüinos emperador de la antártica, los nuestros en su mayoría marchan por primera vez y al igual que aquellos, aunque saben que tienen que marchar no tienen todo controlado ni claro, pero no importa, porque con lo que saben basta para que esa marcha tenga sentido.
El problema de nuestros pingüinos es un problema que implica a toda la sociedad chilena. Ellos necesitan sentirse participe de una sociedad que los considera importante y que espera de ellos gratitud a la nación que los acoge y les da las herramientas para ser constructores de ¡un futuro esplendor!.
Pero para ello, nosotros los mayores debemos ser modelos de fraternidad, solidaridad y patriotismo. Yo me pregunto si les estamos dando el ejemplo, ¿Somos ciudadanos responsables que mantenemos las riendas del Estado o se la hemos vendido a unos buitres de cuello y corbata que nos aseguran que saben lo que hacen y tienen todo controlado?,
¿O acaso ya nos robaron nuestros sueños y esperanzas y nos resignamos a lo que nos depare la sacrosanta economía?.
¿Quienes somos?, ¿De dónde venimos?, ¿Hacia dónde vamos?
¿La historia ha finalizado con el Neoliberalismo?(Aproposito de la venida de Fukuyama), ¿No nos queda más remedio que disfrazarnos de lobos para depredarnos entre jaurías rivales sin piedad como nos proponen los teóricos del management y el business?.
La lucha histórica por la igualdad, la libertad y la fraternidad que se remonta a Espartaco, hoy emerge en estos pingüinitos, tal vez sin mucha conciencia de ello pero con el mismo corazón ardiente de siempre.
Apoyémoslos sin enredarnos en los reduccionismos de viabilidad económica,y sin caricaturizarlos como cabros chicos desvandados que nececitan un buen castigo (como me lo han dicho), esto va más allá.
Transcribo esta canción de Violeta Parra, que aunque es para estudiantes universitarios igual es inspiradora.
¡Que vivan los estudiantes,
jardín de las alegrías!
Son aves que no se asustan
de animal ni policía,
y no le asustan las balas
ni el ladrar de la jauría.
Caramba y zamba la cosa,
¡que viva la astronomía!
¡Que vivan los estudiantes
que rugen como los vientos
cuando les meten al oído
sotanas o regimientos.
Pajarillos libertarios,
igual que los elementos.
Caramba y zamba la cosa
¡vivan los experimentos!
Me gustan los estudiantes
porque son la levadura
del pan que saldrá del horno
con toda su sabrosura,
para la boca del pobre
que come con amargura.
Caramba y zamba la cosa
¡viva la literatura!
Me gustan los estudiantes
porque levantan el pecho
cuando le dicen harina
sabiéndose que es afrecho,
y no hacen el sordomudo
cuando se presenta el hecho.
Caramba y zamba la cosa
¡el código del derecho!
Me gustan los estudiantes
que marchan sobre la ruina.
Con las banderas en alto
va toda la estudiantina:
son químicos y doctores,
cirujanos y dentistas.
Caramba y zamba la cosa
¡vivan los especialistas!
Me gustan los estudiantes
que van al laboratorio,
descubren lo que se esconde
adentro del confesorio.
Ya tienen un gran carrito
que llegó hasta el Purgatorio
Caramba y zamba la cosa
¡los libros explicatorios!
Me gustan los estudiantes
que con muy clara elocuencia
a la bolsa negra sacra
le bajó las indulgencias.
Porque, ¿hasta cuándo nos dura
señores, la penitencia?
Caramba y zamba la cosa
¡Qué viva toda la ciencia!
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