La mayor diferencia que yo advierto a favor de nuestra electa presidenta y su contendor es que ella siempre manifestó su prioridad por crear comisiones para estudiar los temas que hay que resolver a nivel de país(otros, alcontrario que yo, lo vieron como una formula para sacarse los balazos de temas peludos), en cambio Piñera tenía todo estudiado por sus expertos de derecha pagados con su propia plata (eficiente pero no participativo).
Para los que fueron formados bajo los criterios del fascismo Pinochetista (en realidad cualquier procapitalista piensa así), la eficacia es un criterio superior a la participación. Para la derecha (o el nuevo "centro") los problemas tienen que ser resueltos por los expertos rápidamente. Piñera es un experto en economía y por lo mismo se considera autosuficiente en esa materia. Para él seguramente el tiempo es oro y vale más que la participación ciudadana. Lo cuantitativo, lo tangible vale más que lo cualitativo.
El riesgo de esa lógica está a la vista: mientras los indices macroeconómicos de Chile son exelentes, la mitad de la población vive en condiciones precarias respecto a las necesidades actuales(osea en sentido sincrónico) pero indudablemente mejor que generaciones anteriores (en sentido diacrónico). Es decir, la torta está mal repartida y mientras sigamos postulando la ley del chorreo empeoraremos en equidad, aunque se mejore un poco respecto al pasado, pues ya no es problema que los niños anden sin zapatos, pero sí el que no tengan acceso a buena educación y a la tecnología.
Está claro que Hitler logró un desarrollo sorprendente en aeronáutica y no le preguntó al pueblo como debía abordarse el desarrollo tecnológico, Mussolini por suparte transformó a Italia en un Estado moderno e industrialisado, lo mismo hizo Stalin en la URRSS. Y nuestro dictadorzuelo también hizo lo suyo gracias a que dejó al Estado de Chile en manos de los Chicagoboy’s para que realizaran sus experimentos económicos sin poder ejecutivo, legislativo ni judicial que se interpusiera logrando así índices macroeconómicos atractivos para la inversión extranjera del cápital.
Al respecto yo siempre he pensado y sentido que los beneficios económicos que pudiésemos haber logrado gracias a Pinochet, pierden todo su valor frente a la sola vida de uno de los mártires de la vía chilena al socialismo. Para mí, el dinero no vale más que la libertad.
Preferiría un Chile más pobre pero con más cultura y participación, con un Victor Jara creando todabía, preferiría un Chile con todos los hombres y mujeres que se la jugaron por un nuevo País más justo y solidario pero que fueron masacrados y/o torturados. Las ideas se combaten con ideas y el gobierno de la Unidad Popular fue un ejemplo de ello, pues no hubo censura de ninguna especie.
Creo que el precio a pagar por nuestro estatus económico fue muy alto.
Pero de alguna manera la Historia reivindica a los caídos con la elección presidencial de una Doctora Socialista (al igual que nuestro presidente martir) que vivió la represión en carne propia y hasta la perdida de su padre.
Me parece bien que el contendor halla votado que No en el plebiscito, pero no tan bien el que la derecha se quiera quitar el lastre del ladrón y asesino de Pinochet aduciendo ignorancia de lo que aconteció y diciendo que tenemos que mirar para adelante y superar las rencillas del pasado. Después de que ellos mismos profitaron de la dictadura, muchos se enriquecieron gracias a las ventas a precio de huevo de propiedades, tierras, industrias del Estado.
Yo también creo que debemos seguir caminando y haciendo camino al andar, pero sin olvidar nunca este pasado gris y amargo para que nunca se vuelva a repetir pero como dijo la presidenta, sin odio.
Volviendo al aporte de Bachellet, puedo decir que una persona que se emociona con la cantata Santa María y ha visto películas como Sacco y Vanzetti, tiene asumido que la democracia se hace conversando, discutiendo, confrontando ideas, que lograr acuerdos requiere de tiempo y maduración, que el consenso es un proceso lento y engorroso, pero es colectivo y participativo e implica una satisfacción de la necesidades humanas de participación e identidad.
Les planteo un ejemplo. Si cada vez que tengo un problema con mi PC le pago a un experto en informática para que me lo arregle, voy a ganar en tiempo, pero creo dependencia, si en cambio enfrento yo el problema, experimentando, preguntando, buscando por Internet, pierdo tiempo pero gano autonomía, y con ello la posibilidad no solo de solucionar el problema, sino de prever y crear nuevas soluciones.
Lo mismo pasa con un país. ¿queremos que nos solucionen los problemas los expertos qué ganan 10 veces más que un ciudadano común?, que finalmente tienen intereses a veces muy distintos a la gente común, o ¿queremos ser nosotros mismos los protagonistas, creando conciencia, compromiso, participación?.
Yo personalmente prefiero arriesgarme a que "la cagemos" entre todos, a mirar como son solucionados nuestros problemas con el sabor amargo de la alienación que genera esta eficiente y maquiavélica racionalidad tecnocrática.
Así que yo por lo menos me voy a participar a mi junta de vecinos, generando acción ciudadana. Los empresarios tienen el poder económico y pueden presionar al gobierno. ¿Acaso no puede hacer lo mismo el pueblo organizado?, ¿Los más humildes no pueden hacer lobby?.
Echarle la culpa al gobierno de la explotación capitalista, mirando de afuera pasivamente es por decirlo de un modo suave: injusto.(y de modo fuerte: una mariconada).
Comentarios
Los recursos del estado y los que proporciona la propia economía deben obligatoriamente ceñirse a la eficiencia para beneficio de la sociedad en su conjunto, lo que se enmarca en el destino común de los bienes. No puede ser aceptable que bajo el propósito de una revolución o una demanda egoista, muchos sean condenados al flagelo de la pobreza y la desesperanza.
Sugiero la lectura iluminada de Centesimus Annus de Juan Pablo II.